El fotógrafo mexicano Raúl Ortega (Ciudad de México, 1963), obtuvo el gran premio de fotografía en el marco del Festival Internacional de Documentales “Santiago Alvarez in Memoriam”, que tuvo lugar en días pasados en la vieja ciudad de Santiago de Cuba, por su serie “Bailarinas”, que según el acta del jurado “tiene una fuerte unidad temática, manejo en su originalidad, calidad estética y buen uso de la técnica fotográfica, con un lenguaje visual directo y testimonial”.
El jurado, que estuvo integrado por los fotógrafos Ana Luisa Padilla (España), como presidenta; Paloma García (Argentina) y Rufino del Valle , crítico y especialista de la Fototeca de Cuba, eligió “Bailarinas” entre 114 propuestas, procedentes de Argentina, Cuba, Estados Unidos, Italia, Nicaragua, México y Portugal, y seleccionó además otros 37 trabajos finalistas, entre los que otorgó seis menciones generales, así como una primera y una segunda mención, como fue el caso de la serie “Culturas jóvenes en Chiapas-Tribus Urbanas”, del también mexicano Jesús L. Hernández.
A lo largo de los últimos once años, Santiago de Cuba ha sido sede del Festival Internacional de Documentales “Santiago Álvarez in Memoriam”, que este año estuvo dedicado a Brasil, en el que se dan cita realizadores y fotógrafos, convocados por la Oficina Santiago Álvarez del ICAIC, bajo la presidencia de Lázara Herrera.
“Desde hace poco más de diez años el documental inició una etapa de resurgimiento debido, al parecer, al interés de las nuevas generaciones por acercarse a esta forma cinematográfica; de las escuelas de cine por revivirlo y el aparente deseo de una industria del cine y del audiovisual de apoyar a este género con su ingreso a la exhibición comercial”, dijo la productora y periodista mexicana Nancy Ventura, al resumir la importancia de este festival.
Para Ventura, no es casual esta reunión de intelectuales de la lente, ya que “nuevas producciones, nuevos directores y nuevos espacios han surgido para empujar a un cine que parecía destinado a la extinción, a mantenerse en la marginalidad, en las periferias académicas y de la televisión educativa”.
En el caso de Raúl Ortega, es larga ya su trayectoria como fotoperiodista y documentalista de la fotografía, su mirada se ha dirigido, desde siempre, al retrato de la realidad social, dentro y fuera de México. Por ello, sus libros son resultado de un compromiso solidario los mismo con los locos (Pabellón Cero, 1994), los pobladores originarios (De fiesta, 2003) y las celebraciones populares (Cartagena, semana de pasión, 2006), que con el levantamiento del EZLN, en Chiapas, que fotografió con pasión periodística y fortuna artística.
Ortega fue fotógrafo y editor de un suplemento de fotografía del periódico mexicano La Jornada (1986-2000), y su labor ha sido reconocida con varios premios y menciones. Su obra se ha publicado en numerosos diarios y revistas de México y el extranjero, y, entre otros, en los libros colectivos Los mexicanos se pintan solos (1990), La fotografía de prensa en México (1991), 40 fotógrafos de prensa (1992), Chiapas, el alzamiento (1994) y Retratos de familia (España, 2007).
Sus fotografías pertenecen a varias colecciones y han sido expuestas en su país natal en el Museo de Arte Moderno, Museo Mural Diego Rivera, Centro de la Imagen y en la Universidad Nacional Autónoma de México entre otros. En el extranjero ha expuesto en Cuba, España, Francia, Estados Unidos de Norteamérica, Alemania, Bélgica, Holanda, China, Bangladesh e Italia.
El premio obtenido por Raúl Ortega, en opinión de su colega Rodrigo Moya, no es sólo un merecimiento a sus dotes como fotógrafo documentalista, sino a su sensibilidad para buscar los reflejos del mundo real con una mirada crítica y humanista.
Este premio “es más que merecido, porque su obra está lejos del maquillaje condescendiente que posibilita la tecnología moderna, utilizada más para derivar la fotografía a juegos pictorialistas, que para captar con veracidad y emoción, como él lo hace, los otros mil mundos que nos rodean”.
Por su parte, Graciela Iturbide, fotógrafa mexicana, dijo que felicita a Ortega por este reconocimiento: “Conozco desde hace tiempo su trabajo, es un fotógrafo excelente y el mejor representante de la fotografía mexicana”; mientras que Mario Díaz, fotógrafo cubano, señaló que el “Gran Premio Internacional de Documentación ‘Santiago Álvarez’, otorgado al fotógrafo mexicano Raúl Ortega, debe significar un gran honor para todos, se trata de un gran fotógrafo cuya su obra se abre paso día a día por su calidad”.
Para Juan Manuel Díaz Burgos, fotógrafo español, si los premios deben de ser un reconocimiento, nunca uno, mejor dado que este. “Un reportaje que es un canto a la entrega y el compromiso, un trabajo que destila vida y pasión por todos lados, realizado con una mirada solo reservada a unos pocos privilegiados. Raúl Ortega, una vez más, nos muestra aquello que todos los que conocemos su obra ya sabemos, que es uno de los más grandes fotógrafos contemporáneos latinoamericano”.
Entre el gremio mexicano, el reconocimiento a Ortega también despertó comentarios, por ejemplo, Marco Antonio Cruz señaló que el trabajo documental de Ortega es resultado del compromiso y esfuerzo de años retratando situaciones y grupos sociales en México, “su tarea es recompensada en varios momentos de su trayectoria. Al otorgarle el Gran Premio Internacional de Documentación ‘Santiago Álvarez in memoriam’ reafirma el reconocimiento a un talentoso fotógrafo y en general al ejercicio de la fotografía documental mexicana de importante tradición”.
Y para Francisco Mata Rosas, al ganar Raúl Ortega este premio ganamos todos, sus amigos, el gremio, la fotografía mexicana y sobre todo el documentalismo que sigue siendo, en sus vertientes clásicas o postmodernas, una de las mejores maneras que hemos encontrado para contarnos historias.
“Raúl decidió en un trabajo contundente por lo sólido de su estética, por lo maduro y a la vez inquieto de su ojo, referirse a las que durante siglos han sido el centro de muchas historias, las trabajadoras del sexo, las putas dirían clásicos como García Márquez. Coqueteando con el neo documentalismo Ortega logra que nos contagiemos de esa sensibilidad, de esa textura del neón, de esa frialdad de las pieles y sobre todo de esos ojos que nos invitan a escuchar en el silencio lo que tienen que contar.
“En estos tiempos, donde es difícil creer en algo, reconocimientos como éste nos hacen recordar que vale la pena detenerse y aplaudir las ganas de compartir, la inteligencia, la solidaridad y la belleza, las posibilidades de la comunicación visual, el lenguaje fotográfico en permanente revolución y sobre todo, los diálogos que somos capaces de establecer a través del encuentro de miradas”, anotó Mata Rosas sobre “Bailarinas”.